domingo, 15 de abril de 2012

Cardenal


Cardenal altanero
que fingís en tu tranco de compadre
la desconfianza inquieta del recelo.
Cardenal,
¡quién va a caer en la armada de tu engaño
si en tu pasear de orgullo estás diciendo
que te sentís el rey entre los pájaros!

¡Si serás zonzo,
milico solitario'e regimiento!

Tenés más pretensiones
que muchacha de lujo en la ciudad.
¡Hasta tu canto se hizo de preguntas
y es lengua de comadres la prosa que enredás!

¡Curioso viejo!

Te soldaron allá, en la pensadora
la brasa colorada del penacho
que busca arriba, llama quemadora.
Usás pechera blanca, limpia y almidonada,
y te azulás las alas pa'completar tu estampa.
Pa'vos, todo es el traje,
y el canto que el destino clavara en tu garganta
ya no vale ni un real!...

¡Altanero zonzo,
aprendé del zorzal!...

Prueba de que tus ojos no ven nada,
es la manera zonza de caer en las trampas;
prueba de que sos hembra,
la está dando tu rabia calculada.

Hace rato que te gatean los sapos
porque la lengua de la lechuza médica
se ha puesto a asegurar,
que cambiarán estampa, tranco y canto
si te comen entero, Cardenal...

¡Preguntón sin abuela,
pretencioso gustador del halago,
llevás en tu figura y en tu orgullo
y en la enredada charla de tu engaño,
un alma de pueblera presumida
que en tu garganta se quedó hecha canto!

No hay comentarios: