jueves, 25 de julio de 2019

El Morajú

(Foto de Rubén Gobetti)


El morajú de Entre Ríos (Molothrus bonariensis bonariensis), es conocido en otras partes por renegrido. En la provincia de Buenos Aires se le llama tordo, pero es conveniente no confundirlo con éste, si bien los tordos cantores (a los que se refiere Lugones en una de sus poesías de “El libro de los paisajes”) pertenecen al mismo género Molothrus. Desova en nudo ajeno, generalmente de calandria, de tijereta, pecho-colorado o cachilo.

Con tanto insecto como hay
el sustento no le falta
y a ningún tiempo le teme
con su cota empavonada.
Volando como a empujones
vuela en lustrosa bandada.
Lustrando el aire tranquilo
mueve su mancha morada.
Desde el lomo de un matungo
o cuando el vuelo levanta,
un silbidito chirriante
retuerce en la brisa mansa.
Sin mucha averiguación,
pero sí con mucha audacia,
se introduce en nido extraño
como quien entra en su casa.
Seguro que no será
por hacer una gauchada
que con sus huevos pintados
aumenta ajenas nidadas:
le gusta que nazcan hijos,
pero nunca les da nada.
A veces la tijereta
carpiendo el aire lo saca
o al verlo tan abusivo
se le enoja la calandria.
Dejando correr la bola
con su modito y sus mañas,
vive su vida andariega
y todo pago le agrada

El Zoncito

(Foto: Walter Baliero)



El zoncito o sonsito – como decimos y debiéramos escribir los argentinos – debe ese nombre a su mansedumbre. también en algunas provincias es llamado cachila, cachirla, etc. Construye su nido en el suelo, prolijamente, disimulándolo bajo alguna mata. Sus huevos son de color grisáceo con salpicaduras. Nombre técnico: Anthus correndera correndera.

Así lo llaman: zoncito,
por manso y por inocente.
Al bueno le dicen zonzo:
así ocurre muchas veces.
Vive su vida de gaucho
contento con lo que tiene,
sin alardes y sin miedo,
al rigor de la intemperie.
Campo y cielo y libertad;
eso es todo lo que quiere.
La loma o el plan del bajo
para anidar se le ofrecen.
Construye su dicha humilde
donde la dicha lo encuentre,
entre gramillales altos
o allí donde el cardo crece,
lo mismo en campo pelado
donde la oveja hinca el diente.
Viste un gris entreverado
que a su modestia conviene,
y el color de sus huevitos
al plumaje se parece.
A veces allá en lo alto
el blando vuelo suspende
y deslíe su cantito
entre quejoso y alegre.
Tal vez recuerda su historia
y en su canto la refiere.
Voz de modestia y ternura
brindando esencias campestres,
como una flor de verbena
que perfuma humildemente.

El naranjero

(Foto: Alec Earnshaw)



El naranjero o siete colores recibe el nombre técnico 
de Traupis bonariensis bonariensis. También es conocido con los nombres de virreina, festé, brevero, santa lucía y otros, aunque los más populares – al menos en la región del litoral y provincia de Buenos Aires – son los anotados en el primer término. 

Siete colores lo nombran,
siete colores dispuestos
para el vistoso vestir
de todo color su cuerpo.
Tiene el pecho anaranjado,
tiene el vientre amarillento,
la cabecita celeste,
en el dorso un manchón negro,
y manchas claras y oscuras
hacen su traje completo.
Siete colores le llaman
y le llaman naranjero.
Muestra su gracia de pájaro
cortado solo en el viento
o cerca de su pareja
que se viste de azul viejo.
Cuando ya se está cansando
de alimentarse de insectos
y las naranjas alumbran
con el color de su pecho,
elige la mejor fruta
y la come por dentro.
Solita queda la cáscara
y al gajo alivia de peso.
A los naranjos cargados
llega, precioso y travieso;
deja oír su voz apenas
y, volando en el sol pleno,
resalta en la luz radiante

como joyita del cielo.

La Pipia

(Foto de curutié colorado)




La voz pipia con que se designa a este pajarito 
en algunas zonas, es onomatopéyica. También se lo denomina chotoy o pife. Anida a baja altura, en árboles pequeños, arbustos, zarzales, etc. Sus huevitos son blancos. Nombre técnico:  Certiaxis cinnamomea russeola.

Pipia, florcita del llano,
brote del campo tranquilo,
dulce brizna del paisaje,
suave y manso pajarito.
Su lujo de todo el año
es un manto desteñido,
color de las ramas secas
con que fabrica su nido.
Y qué nido tan grandote
para pájaro tan chico!
(Tendrá que tenerse fe
para hacer ese prodigio).
Lo construye a poca altura
en matorrales propicios,
entre arbustos enredados
o en cicutales tupidos.
Construcción de las mejores,
sin salir de lo sencillo,
con galería cerrada
y un salón de lo más lindo.
Su canto no es maravilla,
mas tiene calor y brío.
En el corazón del día
llamea su canto altivo.
Se entrega con alma y vida
a cantar, como en delirio,
y en mañanitas y siestas
vuelca su agreste lirismo.
Toda la fe con que vive

está patente en el trino.

El Juan Soldao (el Federal)



El Juan-soldado es uno de los pájaros de vistoso 
plumaje. Tiene la cabeza, el cuello y parte del pecho
de un rojo vivo y el resto del cuerpo de un negro intenso, con un relámpago rojo en los muslos.
Habita en los pajonales y se le encuentra en pequeños grupos. Nombre técnico: Amblyramphus olosericeus.

Juan-soldado, libre y lírico,
federal del tiempo nuevo,
dulce pájaro-bandera
flameando en aire de sueño.
Paisaje de soledad
que ya desarruga el ceño.
Oscura tierra de surcos
en alborada de fuego.
Lo albergan los pajonales,
lo cobija el vasto cielo;
bondad del agua vecina
le alcanza su hálito fresco;
en armoniosa familia
cumple amorosos anhelos
y la dicha de los libres goza
en el canto y el vuelo.
Es de verlo en ocasiones
deshojándose en el viento,
cuando el vuelo y la canción
desenrolla al mismo tiempo,
desplegando su dulzura e
n lo alto del día espléndido.
Ya el fervor del corazón
en su cabeza está ardiendo.
En la flor del pajonal
pone su signo de incendio.
Llamas que del cielo bajan
lo quemaron hasta el cuello
y una noche de relámpagos
abierta cayó en su cuerpo.