jueves, 16 de junio de 2011

La golondrina

(Fotos: Alec Earnshaw)
En la trama ligera
de un girón de neblina,
su primer golondrina
trae la primavera.

Detrás de ella abre el cielo
serenísimo tul,
y en su intrépido vuelo
colúmpiase el azul.

Y los vértigos salva,
tendida al infinito,
y aclárase en su grito
la perla azul del alba.

Cristales de luz quiebra
su presuroso afán,
o prolonga una hebra
de sol, en largo hilván.

O con sutil donaire
su veleta dibuja
en la sublime aguja
del castillo del aire.

O sobre el turbio estero
pasa echando la red,
o estrellado tintero
semeja en la pared.

O parece que llama
solícita al enjambre,
poniendo en un alambre
su alado telegrama.

Pero, no bien se posa,
cuando parte, gentil,
en un ensueño rosa
de tarde pastoril.

Un esplendor sonoro
bajo ella se desliza,
mientras la tarde riza
sus corderitos de oro.

Su V, su T, su H,
pinta en un arrebol,
y engarza su azabache
con su aro ardiente el sol.

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