miércoles, 9 de septiembre de 2009


Aun viven hombres que recuerdan las palomas de su mocedad,
Aún viven árboles que, en su lozanía,
se sacudieron con un viento viviente.
Pero en unas décadas sólo los robles más vetustos recordarán,
y a la larga, únicamente los montes lo sabrán.

Estamos de duerlo porque nadie más volverá a ver
la llegada de estas aves victoriosas,
que abrían el paso a la primavera en los cielos de marzo,
ahuyentando al derrotado invierno de bosques y praderas.

Siempre habrá palomas en libros y museos
pero muertas al fin, para toda delicia o afán.
No emergen ya de entre las nuebes,
ni baten sus alas en aplauso atronador.
No perciben el acicate de la temporada;
ni sienten el beso del sol, ni las azotan el viento y el temporal,
vivirán para siempre ahora que no viven más.

Tomado de "Monumento a la Paloma". 1947

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