Evocando tristes cruces
y cosas de sepultura,
prende ante la cueva oscura
su linterna de dos luces.
Cierra un claro anochecer
lentos ojos de amatista,
y ella al caminante chista
o habla con voz de mujer.
Y en aquél falaz remedo
de incomprensible palabra,
pone su burla macabra
la loca risa del miedo.
miércoles, 17 de agosto de 2011
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