Agobia un árbol con la pesadumbre
de su nido de mal trabada leña.
Su erizado copete se desgreña
sobre el plumage de color de herrumbre.
Turbulento, parece que relincha,
sorbe al descuido el huevo de la clueca,
y a veces, su azulada pata seca,
algún robado pichoncillo trincha.
Suaviza un remoto eco de montaña
su pífano de rústica dulzura,
y parece aclararse de frescura
la honda felicidad de la campaña.
miércoles, 17 de agosto de 2011
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