La medianoche, sobre la montaña,
trasluce como una uva un torvo azul...
Más lóbrego el ramage se enmaraña...
y en un gemido de dulzura extraña
llora la selva: Ar...rrra, cu-cú, cu-cú...
Lento río de estrellas vuelca el cielo...
Llénanse de fragancia la quietud...
Y el pájaro invisible, en su desvelo,
llora sin esperanza de consuelo,
doliente y fiel: Ar... rrra..., cu-cú, cu-cú...
La soledad suspira desde el soto
un profundo frescor; se agrava aún,
y más la llora aquél gemido ignoto,
a la vez tan cercano y tan remoto
como la muerte: Ar... rrra, cu-cú, cu-cú...
miércoles, 17 de agosto de 2011
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