jueves, 29 de octubre de 2009
Entrevista a Diana Bellesi
“Una de las razones por las que escribo más en El Tigre que en la ciudad, es porque paso mucho de mi tiempo libre en el ranchito que allá tengo. Pero hay otra razón, y es que no en vano elijo ese lugar. Allá reedito algo emocional de mi infancia. Es un ámbito campestre, rodeado por la naturaleza y con otra presencia de la voz humana. Me resulta afín ese espacio, arcaicamente afín. Un lugar donde la naturaleza, aún domesticada, se impone todo el tiempo.”
“Además del yuyerío y el bicherío omnipresentes en mi escritura, mi propia manera de mirar un pajarito, una florcita o un grillo, implica alguna clase de meditación y de enamoramiento a lo que yo llamo “sujeto”. Y si bien cualquiera se espantaría de pensar que una torcaza es un sujeto, yo pienso que tanto un árbol como un bichito tienen una autonomía que me permite a mí relacionarme con él. Por supuesto que no hay un ida y vuelta tan visible como lo puede haber con un gato o como lo hay con un ser humano, pero me encanta la actitud de acechar al pajarito de manera tal que él no se dé cuenta que estoy ahí y lo observo. Mientras acecho, mi cabeza trabaja, trabaja en el imperio de lo humano. Se le ocurren todo tipo de cosas, mira al pájaro y lo refrenda con ideas que, seguramente, no tienen nada que ver con lo que a él le pasa”.
“Al contemplar al gorrioncito en una rama, crece y crece la ilusión de creer que puedo mirar lo que él mira. Pero en ese campo de ilusiones también hay un esfuerzo por dejar caer mi ego personal y entrar al campo de ilusiones del otro, del gorrión en este caso”.
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