miércoles, 15 de agosto de 2012

Las aves en Trakl




Estamos en el mundo y con los ojos en la noche.
(J. Fijman, Hecho de estampas, Poema VI)


«Hacia delante a otra parte», dice Heidegger[i], es el camino del alma en la tierra. Lo extraño, el alma, peregrina trazando el lugar en el que permanecer como caminante, ocupando un espacio intermedio entre lo conocido que decae inevitablemente y lo desconocido que no es, que deviene en tanto caminar del alma. Entonces, alma no es extraño en la tierra en tanto ajenidad o no familiaridad, sino extraño porque se realiza en el habitar un entre, como espacio de la realización permanente y diferida, camino a otra parte. ¿A un nuevo habitar en el habla? ¿A cambiar la vida? Quizás el camino, diría Trakl, que siguen las aves hacia las hermosas comarcas diferentes.
Cada poema, continúa Heidegger, habla desde la totalidad del Poema Único[ii], que permanece en lo no dicho, atrayendo hacia sí la obra y resguardándola. Pero su resguardo no es hermético ni seguro. Cada poema ilumina con destellos la oscuridad, abriendo a multiplicidades el sentido de lo no dicho. Entonces, la obra de Trakl oscila, los poemas hablan desde lo que se desea decir, aparecen signados por el temblor constante de sus imágenes, precisas y demoledoras, pero con la angustia creciente de aquello que se presiente mas no se nombra por imposibilidad. Reina así una atmósfera aletargada, tenebrosa y enmudecida por un vértigo abismal, oxímoron perfectamente construido: la obra poética de Trakl anuncia en su detenimiento hechos terribles, finales, decadencias. Y así cada poema habla como pilar-fragmento de la arquitectura imposible del Poema Único, ó reunidor.
De este modo el caminar del alma, el trazo de cada poema, no es errabundo e indeterminado. Lo que va hacia delante a otra parte, busca el lugar en el que podrá permanecer en tanto que caminante, en tanto búsqueda desesperada hacia aquello que se aleja continuamente, pero que cada trazo, cada poema, acerca en la necesidad de su conocimiento. O de su avistaje.


Dice Homi K. Bhabba en su introducción a El lugar de la cultura, que «el espacio y el tiempo se cruzan para producir figuras complejas (…) Pues en el más allá reina un sentimiento de desorientación, una perturbación de la dirección», y así, «estos espacios entre-medio (subrayado en el original) proveen el terreno para elaborar estrategias de identidad.»
En su fascinante Vuelo sin orillas, la voz de Girondo se extiende en una búsqueda ilimitada, camino y migración permanente, exilio instintivo y premeditado. Vuelo sobre el mundo material de lo conocido, los placeres, lo fenecido y falso, sobre la desolación de las amargas paredes. Pero vuelo al fin en el que no hay, sin embargo, más que otra abrumadora - y bellísima - desolación. Paradoja inevitable donde la opresión de lo espeso se invierte en «la opresión de lo fluido» y «el reposo asfixiante», y el lugar de los límites pasa a ser ocupado por un no-lugar sideral. Espacio intermedio y desesperado, imposible de abandonar, en el que la no existencia de orillas irrumpe camino permanente, como fuga a toda territorialidad.
El Albatros de Baudelaire también habita, se desplaza, en un entre. Representación de la figura baudeleriana del poeta, mezcla entre pájaro y humano, su casa es el viento pero viaja junto al barco que surca los abismos amargos. Ave solemne, príncipe de las nubes, pero objeto de burla de los marineros, portador de majestuosas alas que son torpes y molestas entre la multitud.
Figuras complejas e intermedias, que cuestionan la idea de límite, y re-significan el espacio a habitar, pues en su andar permanente, más allá de los límites, es donde parece habitar el hallazgo, siempre diferido, de lo diferente.
Territorios que, en Trakl, parecen ser señalados por el enigmático movimiento de las aves.


Por momentos desplazándose en un vuelo prodigioso, otras veces equívoco, carroñeras, chapuceras del hedor de lo muerto, las aves se reiteran obsesivamente en la obra de Georg Trakl. Y apartado, imbuido en una inefable atracción, el poeta contempla sus movimientos como si se trataran de un extraño signo. Desde la lejía del horizonte, se avistan en correlación con el presagio, y su vuelo parece emigrar hacia aquel lugar que, según Aldo Pellegrini, «es para los puros, los auténticos, (…) territorio del silencio y el apartamiento»[iii], territorio en el que surge la poesía. Así las aves parecen ser incansables viajeras hacia lo puro y desconocido que convoca al poeta.
Pero la poesía de Trakl, como lo que habita bajo la tempestad, oscila. Construida sobre la «permanente movilidad de sus símbolos» y con un «lenguaje que se desplaza » (Pellegrini), premonitoria (dado, entiendo, por la lectura del signo de época y su obcecado esfuerzo por nombrarlo), en la que una atmósfera de terrible (in)quietud, desespera a los textos y algo está por ocurrir permanentemente, mas se difiere trémulo y constante, como si el destino de la humanidad dependiera de esos breves instantes eternos y apocalípticos. Oscila porque la putrefacción nombra lo que se está desintegrando, mientras calles desoladas son recorridas por fríos resplandores, animales tiemblan y huyen porque presienten aquello que el humano no, crepúsculos anuncian finales que no llegan (o que parecen llegar, porqué no, en su último poema Grodek), y las aves vuelan hacia lugares hermosos y diferentes, tierras diferidas por el desconocimiento, por la imposibilidad de nombrarlas.
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[i] Martin Heidegger, «El habla en el poema. Una dilucidación de la poesía de Georg Trakl». En «Heidegger en castellano», http://www.heideggeriana.com.ar/. Heidegger toma el verso Algo extraño es el alma sobre la tierra, del poema «Primavera del alma». Según su interpretación, analiza lo «extraño» desde su significado en el alemán antiguo, «Fram», hacia delante a otra parte.


[ii] Si bien no es lo que me convoca en el presente trabajo, es interesante pensar en los términos por Heidegger utilizados en relación con sus adhesiones políticas. Conceptos tan recurrentes como totalidad y Poema Único (sic), tan presentes en su obra, no me permiten continuar el análisis sin detenerme en este breve pensamiento.
[iii] Aldo Pellegrini, Poemas. Georg Trakl. Corregidor. 2009. Buenos Aires.

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