lunes, 31 de agosto de 2009
Los trazos de la canción
“Cuando rozaba la veintena, expliqué, había trabajado como ¨experto¨ en pintura moderna en una conocida firma de subastadores de obras de arte. Teníamos salones de venta en Londres y Nueva York. Yo era uno de los cinco jóvenes prodigio. La gente decía que me aguardaba una gran carrera, con la única condición de que me ciñera a las reglas del juego. Una mañana, desperté ciego.
Durante el día recuperé la visión del ojo izquierdo, pero el derecho se mantuvo torpe y nublado. El especialista que me examinó dijo que no tenía ningún problema orgánico, y diagnosticó la naturaleza de la dolencia.
-Ha estado mirando los cuadros desde una distancia demasiado corta-manifestó-. ¿Por qué no los cambia por unos horizontes despejados?
-¿Por qué no?-dije.
-¿A dónde le gustaría ir?
-A África.
El presidente de la firma dijo que no ponía en duda que algo me fallaba en la vista, pero no entendía por qué debía ir a África.
Fui a África, a Sudán. Cuando llegué al aeropuerto mis ojos se habían recuperado.”
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