1
Errantes aves del estío vienen a mi ventana
para cantar y luego irse volando.
Y amarillas hojas del otoño, que no tienen cánticos,
revolotean y caen allí con un suspiro.
2
¡Oh, compañía de pequeños vagabundos del mundo,
deja las huellas de tus pisadas en mis palabras!
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