Buceando trinos cercanos y bajos,
los que silban suave y lejano,
altos aleteos,
veloces colibríes peregrinos en el ceibo,
que vienen y van,
liban y se alejan,
vuelos rasantes,
llamadas urgidas y demoradas respuestas entre el ciruelo y el laurel,
nidos inquietos en los pinos y alguno que suele cantar siempre en la verde cima solitaria…
Todo vuela en esta fluidez de encantamiento
(ninfas sonrientes y escondidas…)
y los jazmines aletean y la lavanda mecida por la brisa y las retamas encendidas
y estallan en canciones los geranios, margaritas, caléndulas…
y las intensas rosas orantes y los purísimos azahares, estrellas de plata camufladas en el limonero…
Todos los perfumes ascienden y descienden del cielo
y entonan profundas corrientes ocultas.
Todos los pájaros perfumean su vuelo.
Porque el tiempo está suspendido, aéreo y sin gravedad.
Todo canta desde adentro el Silencio del Día.
Y los versos se despegan de sus ramas…
-¿Dónde estás, María? pregunta como siempre
el Misterio.
-En Ti, mi Señor.
En el silbo de los aires amorosos…
En el Jardín.
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