jueves, 29 de abril de 2010
domingo, 18 de abril de 2010
Se equivocó la paloma
Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)
Se equivocaba.
Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)
sábado, 17 de abril de 2010
Dos palomitas
Dos palomitas se lamentaban llorando,
Y una a la otra se consolaban, diciendo:
¿Quién te ha cortado tus bellas alas, paloma?
¿O algún falsario ha sorprendido tu vuelo?
Dos palomitas se lamentaban llorando,
Y una a la otra se consolaban, diciendo:
¿Quién te ha cortado tus bellas alas, paloma?
¿O algún corsario ha sorprendido tu vuelo?
La la larala, la la larala, la la la
La la larala, la la larala, la la la
¿Quién te ha cortado tus bellas alas, paloma?
¿O algún corsario ha sorprendido tu vuelo?
Ay, ay, ay... paloma...
¿O algun corsario ha sorprendido tu vuelo?
Dos palomitas se lamentaban llorando,
Y una a la otra se consolaban, diciendo:
¿Quién te ha cortado tus bellas alas, paloma?
¿O algún corsario ha sorprendido tu vuelo?
Ay, ay, ay... paloma...
¿O algun corsario ha sorprendido tu vuelo?
El Zorzalito
Salió del nido una tarde de verano, dio un revuelo con sus alas todavía un poco inseguras, se sentó en la copa del aguaribay, emitió un silbido agudo que hizo callar atento a todo el monte, y después ensayó un gorjeo y luego un trino que salió lleno y limpio como el viento de la tarde entre las hojas.
El mismo extrañaba la potencia y agilidad de su garganta. La Calandria, para oírlo mejor, voló hasta su rama en silencio. El Zozalito entusiasmado había iniciado una magnifica sinfonía. El zumbido de la brisa, las quejas de las hojas, la orquesta rumorosa del amanecer, el aliento de la noche estrellada, el grito de los árboles bajo el sacudón de la tormenta, todas las hondas y se vertieron en el silencio crepuscular convertidas en sonidos tan hermosos que la Calandria creyó que ella misma nunca había entendido el monte hasta el momento…
Calló el Zorzalito y se hizo silencio armonioso en el monte. Y entonces un gorrión superficial que no entendía de música, exclamó bruscamente:
- Qué feo queda. Cuando hincha la garganta parece un sapo.
Y la Calandria, el Jilguero, el Tordo, el Cardenal y el Boyero, que entendían de música, arrobados en su admiración, no dijeron nada.
El Zorzalito levantó el vuelo todo cortado, y se perdió a lo lejos convencido de haber hecho un papelón. Y desde aquel día ya no cantó jamás. Porque cuando el corazón le pedía canto, le venía a la mente la imagen de la garganta del sapo y el alma se le caía a los pies, amargado para siempre por aquella primera y repentina desilusión…
Los que entienden, que alaben a los que valen, no sea que vengan los que no valen y se hagan dueños del mundo.
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Zorzal
lunes, 12 de abril de 2010
lunes, 5 de abril de 2010
Los pájaros perdidos
Amo los pájaros perdidos
que vuelan desde el más allá
a confundirse con un cielo
que nunca más podre recuperar.
Vuelven de nuevo los recuerdos
las horas jóvenes que di
y desde el mar llega un fantasma
hecho de cosas que ame y perdí.
Todo fue un sueño
un sueño que perdimos
como perdimos
los pájaros y el mar.
Un sueño breve y antiguo
como el tiempo
que los espejos
no pueden reflejar.
Después busqué
perderte en tantas otras
y aquella otra
y todas eras vos.
Al fin logré reconocer
cuando un adiós es un adiós
la soledad me devoró y fuimos dos.
Vuelven los pájaros nocturnos
que vuelan ciegos sobre el mar;
la noche entera es un espejo
que me devuelve tu soledad.
Soy sólo un pajaro perdido
que vuelve desde el más allá
a confundirse con un cielo
que nunca más podré recuperar.
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Mario Trejo
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