¿Adónde te irás volando por esos cielos, brasita negra que lustra la claridad? Detrás de tu vuelo errante mis ojos gozan la inmensidad, la inmensidad.
Veleros de la tormenta se van las nubes, y en surcos de luz dorada se pone el sol y como sílabas negras, las golondrinas dicen adiós, dicen adiós.
Vuela, vuela, vuela, golondrina, vuelve del más allá. Vuelve desde el fondo de la vida sobre la luz, cruzando el mar, cruzando el mar.
Un cielo de barriletes tiene la tarde, y el viento en las arboledas cantando va y desandando los días mi pensamiento también se va, también se va.
Cuando se acorten los días junto a mi sombra y en mi alma caiga sangrando el atardecer, yo levantaré los ojos pidiendo al cielo volverte a ver, volverte a ver.
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