miércoles, 21 de octubre de 2009

El teru-tero


El traje color picazo,
la pata, el puon y el ojo,
todos tres, del mismo rojo,
y en la cara negro trazo.

Vive a lo indio en el estero,
lleva a lo gaucho la vincha,
con una plumita pincha
y se sujeta el sombrero.

Como si un poncho invisible
del hombro se le cayera
y levantarlo quisiera
hace un esguince risible.

Una cuerpeada que pega
como atajándose de
un golpe que él sólo ve,
pero que nunca le llega.

Se alimenta con "bichitos",
anida siempre en el suelo,
y el blando ritmo del vuelo
lo acompasa con sus gritos.

Mas el grito que acompasa
se agudiza enloquecido
si un intruso, junto al nido
donde está incubando, pasa.

Grita, y planeando seguro,
grandes círculos describe
mientras, alternos, exhibe
pecho blanco y lomo oscuro.

Y exagera la algarada
lejos del sitio en que puso;
que así despista al intruso
y defiende la nidada.

En invernal mañanita
de escarcha o viento pampero,
en su Teru, teru, tero...
el campo entero tirita.

Guardián seguro y gratuito
que día y noche vigila,
cuanto ocurre lo ventila
de inmediato con su grito.

Y es más él, si se desvive
su propio nombre anunciando,
y parece que no vive
si no se mata gritando...

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